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3 claves para entender los mecanismos de defensa que pone en marcha el cerebro ante cualquier agresión para salvaguardar nuestra integridad

img_25682-103Después de la sentencia del caso de “la manada” desde el Instituto Avanza no queremos dejar pasar la oportunidad de compartir algunas reflexiones sobre cómo funciona nuestro cuerpo y nuestro cerebro en situaciones extremas para que podamos entender mucho mejor los mecanismos de defensa que pone en marcha el cerebro para salvaguardar nuestra integridad.

  1. Es importante entender qué se entiende por abuso y qué se entiende por agresión. Muchas veces las categorías que pone el código penal y civil no lo deja muy claro. En muchos casos se entiende el abuso como ausencia de violencia cuando en realidad en los casos de agresión sexual una persona está accediendo al cuerpo de otra persona sin su consentimiento. ¿Acaso eso no es una agresión? que no exista violencia física no significa que no exista violencia, como sabemos existen diferentes tipos de violencia. Aunque no haya violencia física igualmente han generado un impacto emocional en la otra persona. El concepto de agresión tendría que contemplar no sólo la violencia física sino el trauma emocional y el daño emocional en todos los sentidos que se genera en la persona.

  2. Tenemos que entender el contínuo de seguridad-protección. En el Instituto Avanza utilizamos nuestra herramienta terapéutica Avanzalupas para explicarlo. Las Avanzalupas son las lupas que nos permiten mirar dentro de las personas para detectar qué necesidades tenemos para poder vivir sanamente. En estos casos se activa el grupo amarillo de Avanzalupas que es el de seguridad, protección y reparación. Cuando el cuerpo está en el polo de la seguridad-protección funciona bien, se siente seguro y protegido y nuestros funcionamientos sensoriales perciben el daño y saben reconocer lo que es agradable y desagradable. Por ejemplo si nos pisan, yo puedo percibir que ese daño es leve y puntual. Sin embargo, cuando las personas nos vemos envueltas en situaciones de riesgo en las que nos van a agredir físicamente o hay un impacto emocional grande pasamos de inmediato al polo opuesto de desprotección-inseguridad. Cuando esto ocurre el cuerpo y el cerebro pueden poner en marcha diferentes mecanismos de defensa.

  3. Ahora vamos a entender por qué en estos casos el cuerpo a veces no ha podido luchar dejando claro con las manos, verbalmente o con el movimiento que no quiere algo. Sin embargo, aunque no haya podido hacer esto en ningún caso podemos entenderlo como que la persona ha dado su consentimiento.
    El cuerpo tiene dos mecanismos de defensa. Los mecanismos de defensa hacia fuera y los mecanismos de defensa hacia dentro. En algunos casos los mecanismos de defensa hacia fuera se bloquean, el cerebro en ese momento hace un balance interno muy rápido y si cree que luchar hacia fuera (gritar, pelear, golpear, patalear) va a tener consecuencias peores no lo va a hacer. El cerebro en ese momento está en el extremo de peligro máximo y amenaza a tu integridad física y mental. Ahí el cerebro lo que quiere es que esa situación se acabe cuanto antes y que podamos salir vivos de esa situación, estamos al límite y todo el cuerpo en ese momento se adapta para la supervivencia. En ese caso bloquear los mecanismos de defensa hacia fuera nos puede garantizar la supervivencia. ¿De qué le podía servir a esa chica luchar contra 5 chicos que le superan en fuerza?. El cerebro hace ese balance y si no sirve luchar genera los mecanismos de defensa hacia dentro que se pueden llamar de sumisión. El cuerpo cuando entra en el estado de sumisión lo que quiere es acelerar el proceso y que esto acabe cuanto antes. Muchas víctimas además lo perciben como que si yo me opongo puedo encender más al agresor. Tenemos que entender que las conductas de sumisión también son un mecanismo de defensa. Algunos ejemplos de mecanismos de defensa internos son la desconexión de mi cuerpo, la amnesia, la anestesia o congelación emocional, síntomas disociativos, desrealización y despersonalización entre otros. Cuando las víctimas tienen conductas de sumisión o complacencia es porque esas personas han sentido peligrar su vida y su integridad física.

Desde aquí queremos mostrar todo nuestro apoyo a las víctimas de cualquier agresión sexual. Afortunadamente cada vez se conoce más cómo trabajar en estos casos pero es muy importante el apoyo social y el apoyo de los profesionales.

En estos casos es especialmente importante la formación de los profesionales para no culpabilizar a las víctimas porque la revictimización de las víctimas y la retraumación muchas veces viene generada por los profesionales que tendrían que ser quienes defiendan a las víctimas.

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