No siempre estamos alegres y animados. Hay días de bajón, ya sea por una situación transitoria de duelo por haber perdido a alguien o algo importante, ya sea por cuestiones presentes que nos frustran, desmotivan o aburren; o por el arrastre de cuestiones pasadas, como el hecho de haber tenido unos padres exigentes o muy críticos.
También podemos tener pensamientos y actitudes que nos bajan el ánimo: sentimientos de inferioridad e inadecuación, pérdida, abandono, no contar para los demás, fracaso, no merecer lo bueno, no estar a la altura, cerrarnos a las experiencias y a las personas.
Sea como fuere, lo cierto es que asumimos que esto es así, que son cosas que simplemente nos pasan. Sin embargo, podemos elegir y regular nuestro estado de ánimo cuando queramos.
El ánimo es la gasolina de la vida. Lo que nos da luz, sentido, energía, fuerza para el día a día. Si no cubrimos nuestras necesidades materiales, emocionales o espirituales vamos a ir acumulando carencias, que agujerean como un colador nuestro depósito de energía vital.
La manifestación de ánimo bajo puede estar canalizándose a través de muchas maneras. No sólo estamos bajos de ánimo cuando estamos tristes, también hay otras manifestaciones como la pereza, la desmotivación, la sensación de vacío, o la irritabilidad y el mal humor.
Existen cinco técnicas muy sencillas, que pueden ayudarnos a regular y levantar nuestro estado de ánimo cuando queramos:
- Pensamiento sano: la mejor forma de prevenir un estado de ánimo bajo es tomar conciencia de los mensajes que nos estamos lanzando y que, muchas veces, son negativos, exigentes, críticos con nosotros mismos. De forma que nos reprochamos cosas que no hemos hecho en el pasado, o no hemos hecho suficientemente bien en el presente, o nos planteamos metas demasiado duras para el futuro. Es muy importante salir de “los debería” y de “los tengo que”, cuidar nuestra manera de pensar y ser amables con nosotros mismos.
- Durante cuatro semanas observar y anotar en un papel, tres veces al día, nuestro estado de ánimo, calificándolo de 0 a 10. El estado de ánimo cambia a lo largo de la jornada. De esas tres puntuaciones, posteriormente recogemos el promedio para ver su evolución en el mes.
- Conectarnos con nuestra parte frágil que nota la tristeza o el desánimo, y con la parte fuerte que acepta el malestar de la parte frágil, la comprende, la acompaña, la abraza y le dice mensajes de ánimo y motivación, con tono cariñoso y suave, como si fuera un amigo que está pasando un mal momento y necesita nuestra ayuda.
- Visualizar una escena positiva que nos transmita energía, ilusión o sentimiento de éxito. ¿Qué vemos, oímos, olemos, tocamos, notamos? ¿Dónde estamos? ¿Con quién estamos? El cerebro activa las mismas neuroredes cuando estamos en la realidad y cuando la visualizamos.
- Hacer ejercicio físico: dar un paseo, hacer estiramientos, algún deporte, bailar, etc., y realizar actividades divertidas acompañados de personas agradables. Aun cuando no sintamos agrado al hacerlas, estimulan nuestro cerebro y poco a poco va elevándose el estado de ánimo.