En principio, todos conocemos “las claves” para una pareja feliz. Sabemos de la importancia de términos como la confianza, el respeto, el compromiso, la sinceridad, la entrega, o de consejos para nutrir y fortalecer la pareja, tales como romper con la rutina, mantener la ilusión, tener objetivos comunes, pasar tiempo juntos, y un sinfín de ideas más. Todas ellas son fundamentales y necesarias, pero si en apariencia todo es tan fácil, ¿por qué a veces es tan complicado funcionar en pareja? ¿Por qué lo que parece tan sencillo en la teoría es tan difícil en la práctica?
Lo cierto es que existen tantos tipos de parejas como personas y, entender que cada relación necesita encontrar sus propias claves, basándose en sí mismas y en lo que como individualidad necesitan, puede que despeje un poco el mapa del camino a la felicidad en pareja.
Debemos bajar a la particularidad, a lo que cada persona en esencia somos, sentimos, necesitamos. Es ahí, desde lo que somos de forma individual, desde nuestro mundo interno lleno de matices y diferencias, donde empieza la gran clave de la pareja. Entendernos como piezas de un gran puzle, de un motor, en el que si una no funciona, difícilmente lo hará el conjunto.
La relación de pareja, en sí misma, no es garantía de nada. Es un tercero al que cuidar y mimar, querer, proteger y defender, cuando los dos primeros funcionan cada uno como partes individuales.
Por eso quizá, para encontrar las ansiadas claves de una pareja feliz, debemos mirar dentro, entendernos, conocernos, cuidarnos y querernos, y desde ahí, desde nuestro bienestar individual, buscar el bienestar y la felicidad compartida, ya que el amor es probablemente lo único que dividido y compartido se multiplica.