Temblor, sudores, ahogos, miedo y miedo al miedo… La ansiedad no es un tema menor: según la OCU, cuatro de cada diez españoles recurre habitualmente a fármacos contra la ansiedad, la mayoría mujeres entre 30 y 65 años.
Es importante comprender que la ansiedad no es un monstruo que quiera atacarnos. La ansiedad es una respuesta necesaria, es una capacidad buena que tenemos las personas para responder ante una amenaza o peligro de forma mucho más rápida y adaptativa. Hablamos entonces de “ansiedad estado”, como un interruptor de nuestro sistema nervioso, que se enciende y se apaga, para que reaccionemos.
La ansiedad se convierte en algo malo, cuando el interruptor no se apaga y se queda instalada de forma permanente. A esto le llamamos “ansiedad rasgo”, que no está relacionada con una amenaza real y es excesiva o está sobregeneralizada.
Prevenir la ansiedad consiste en entender que la ansiedad es necesaria y es buena, que no es más que un avisador para ponernos en marcha, en una dirección o en otra, y salir airosos. Así, podemos poner la atención en las soluciones y podemos convivir con ella.
Otras herramientas para prevenir la ansiedad serían:
- La respiración: la respiración nos regula. Se trata de respirar de forma lenta y decirnos lo que a cada uno nos ayude, por ejemplo “yo puedo”, “todo va a salir bien”, “puedes estar tranquilo”.
- Escuchar al cuerpo: todos tenemos una parte fuerte y otra parte frágil. Se trata de comunicarnos desde nuestra parte fuerte con la débil (la ansiosa) y preguntarle qué necesita, qué le da miedo o cómo podemos ayudarla. La voz que utilicemos con esta parte débil debe ser acogedora, empática, como la de un buen amigo.
- La visualización: las visualizaciones internas son para el cerebro igual que si estuviéramos viviendo en directo esa escena. Se trata de visualizar imágenes relajantes y placenteras, reales o inventadas, como el mar o la montaña. Otro ejemplo: si tienes que pedir un aumento de sueldo, visualiza a tu parte frágil o niña (la que tiene miedo de pedirlo) en el parque, comiendo un helado y relajada, mientras tu parte fuerte se ocupa de pedir el aumento.
- Hacer ejercicio físico: paseos, estiramientos, deporte… Cuidando de no tener excesiva actividad y de ser moderados.
- Realizar actividades gratificantes o divertidas: despertar sensaciones agradables permite que el sistema nervioso se aleje de la ansiedad.